Era inevitable…no podía explicarme el porque…desde 7 perspectivas indagaba en el profundo de mi ser que fue lo que hizo ella para convertirme, mas bien arrastrarme en un río lleno de sensaciones, patrones erróneos y una felicidad que nunca lograría llegar si no la hubiese conocido.
Fue un miércoles, todo era perfecto, desde el desayuno hasta la vuelta del trabajo, pero no todo es una película de Hollywood con un jodido final feliz, en realidad…siempre estuve en sus dilemas siendo inimaginablemente alegre, así que no me puedo quejar.
Ella era un ángel, explícitamente un milagro. Pero repentinamente sus facciones en la cara cambiaron drásticamente cuando enuncio de su boca de cerezo que tenia marchar, marchar para siempre.
No tenia razones, ni motivos por cuales tendrían la posibilidad de que ella se quedara conmigo, solo evitaba mi corazón y destrozaba con vicios baratos mi mente. Antonella era su nombre, sin algún motivo concreto se instalo en mi vida como un shock eléctrico de un alto voltaje, de esos que provocan la muerte y como había de esperarse ocurría lo que anteriormente contaba, marcharse.
Estuve semanas tratando de encontrarla por casualidad, porque desde aquel entonces en que su alma exploto en mil trozos de amor y tristeza me evitaba de muchas formas, lo hacia de tal manera en que todo era un juego de masoquistas, adorando el placer del sadismo, pero a todos nos juega una mala pasada la vida y a ella le toco lo suyo; estaba tan impregnada a mi como yo a ella, que aquella noticia se le hacia como dagas despedazando su ser de formas inexplicables, lo mismo que sucedía a mi, mierda…ella era bastante tonta, orgullosa y sentida pero de todas formas la amaba.
Pobre Antonella…divague hasta que halle su rastro en el aire contorneándose como si fuese una mariposa, era un zombie, no reaccionaba, me miraba, no escuchaba, sabia que quería estar cerca de mi, así que sin dudarlo me quede 1…2…3…hasta 4 hrs hasta que pronunció su primera palabra: Diego perdóname; lo cual le respondí: Amor somos capaces de muchas cosas en este infiernos, solo no nos damos cuenta de que podemos hacer.
Antonella: no no no no no ( y se marcho fugazmente, su alma sangraba y lloraba, quedando perplejo)
Al dia siguiente, no supe nada de ella, desaparecio como si hubiese ido al cielo o al infierno, efectivamente era cierto; a las 3 de la mañana exhaustada me llamo su mejor amiga Agustina, explicándome que había dejado una nota.
Cuando llegue la leí inmediatamente, aquella carta contenía estas palabras.
“Amor mio te quiero…
Te espero en el infierno…
Antonella”.
sábado, 23 de mayo de 2009
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1 comentario:
Cada día me impresiono más con Antonella...
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