Lo mas visto

jueves, 25 de junio de 2009

Pandemia

Y en el recinto el pánico estallo, los profesores habían perdido credibilidad, los inspectores alocados por el maldito virus; tal colapso llego inoportunamente a nosotros sintiéndonos como una rata de laboratorio a punto de morir. Y en ese caos, poco me importaba el resto, todos corrían, se golpeaban, gemían como verdaderos animales salvajes, y yo buscaba algún rastro ameno que me trajera seguridad. No importaba el tiempo, transcurría en intervalos huecos agonizantes, el ambiente era totalmente degradante y frívolo, perfecto para organizar el edén infernal en la escuela.
No te encontré por ningún lado, necesitaba sacarte de ese antro lo mas pronto posible, a cada segundo, a cada palabra, a cada grito, la posibilidad se iba estrangulando como un cigarro prendido en el viento, todo era una especie de película a lo “Cuarentena”. Realmente no quería estar ahí. Me preguntaba – porqué no me gano un instante mas la flojera, me hubiera evitado toda esta desgracia -. Pero quizás estos pensamientos me eran inútiles en estos momentos, debía ser audaz y encontrar un lugar para poder escapar. Porque fue tal el desorden masivo como una bomba nuclear en Chernobyl, que fue imprescindible que llegara la fuerza publica y cerrar la única salida. Estuvimos encerrados por bastante tiempo, hasta que decidí buscarte nuevamente entre la muchedumbre, pánico, dolor, inseguridad. Estabas ahí tirada, llorando, al poco rato de hallarte te desmayaste, no sabia que hacer, ciertamente adopte la postura de Indiana Jones, derribe la puerta que se encontraba al fondo del gimnasio, llegando a un cuarto abierto donde estaba en plena luz, y te deje tendida hasta que recuperaras la conciencia.
A la puta primera hora despertaste, preguntándome que sucedió, y que porque hacia tendida contigo. Ciertamente quede anonadado a tu incrédula pregunta, sin embargo me quede, eso fue lo que realmente importo en esas caóticas sensaciones.
Nos abrazamos, era todo mágicamente hermoso. Era nuestro primer momentos juntos después de bastante tiempo, - pero valla en la situación en que tuvimos que compatibilizar -.
El único pensamiento que corrió por mi acaudalada mente fue, levantarte de golpe, tú me miraste con la mayor interrogación posible, te eleve de tal modo en que parecías un ángel en pleno vuelo atravesando la muralla, caíste, al sentir el golpe con todas mis fuerzas te exclame: ¡Antonella Corre, Huye! ¡Te quiero! ¡Maldita sea, no mires hacia atrás!. Saliste corriendo despavorida, diciéndome mientras caía un caudal de agua salada en tus ojos, que volverías con ayuda. Exactamente fueron unas 7 horas aproximadamente y aún no había rastro de ti y de tu exquisito olor arrullador que me calmaba en esta situación de descontrol. Sinceramente no me importo demasiado, porqué en lo único que pensaba era que te ayude a escapar y tendrías la posibilidad de ser feliz nuevamente. Este sentimiento corrió por mi sangre calmándome y sentenciando a cada minuto de histeria, miedo y de parálisis nerviosa.
No pensaba en nada más, solo en que por fin podrías intentar ser feliz, y simplemente eso me calmaban en esta situación en que irrevocablemente nos llevaría a todos a la muerte en el jodido recinto.

Escrito 9.30 AM. 25/06/2009

No hay comentarios: